El ingreso de mascotas, especialmente perros, a los entornos laborales está ganando terreno en muchas empresas. Esta tendencia, impulsada por políticas inclusivas y de bienestar, busca no solo humanizar el ambiente de trabajo, sino también fidelizar el talento. No obstante, requiere ciertas condiciones para funcionar de forma adecuada: restricciones en espacios como cocinas y baños, el uso de correas, y respeto por quienes padecen alergias o fobias.
Algunos perros pueden beneficiarse enormemente al acompañar a sus dueños a la oficina, en especial aquellos que sufren ansiedad por separación o que tienen un carácter sociable.
Daniel Mesa, especialista en estrategia de contenidos en una agencia madrileña, lleva cada día a su perro Rayo, de cuatro años, a su lugar de trabajo. Para él, la presencia del animal ha mejorado su productividad y su disposición para quedarse más tiempo en la oficina sin remordimientos. En una ciudad como Madrid, donde las jornadas laborales pueden extenderse mucho más allá de ocho horas, esto representa una ventaja tanto para él como para su mascota.
Marina Calderón, gerente de cuentas digitales en otra agencia del sector, también comparte sus días con Bala, su perra de un año. Desde que era una cachorra ha asistido con ella al trabajo, y asegura que tenerla cerca mejora el clima laboral. “Hay compañeros que se acercan a jugar con ella cuando necesitan desconectarse un momento”, comenta. Aun así, procura que Bala no cause molestias: la mantiene atada y espera el ascensor para evitar incomodar a otros.
Reglas básicas para una convivencia armónica
El éxito de estas iniciativas depende de la implementación de normas claras. En empresas como Rastreator, que permite el ingreso de perros desde 2009, se establecen límites precisos para asegurar una convivencia saludable. “Nunca hemos tenido incidentes. Informamos a todos los empleados sobre la política y gestionamos las posibles alergias a través de una herramienta interna”, explica Víctor López, su CEO.
Redbility, consultora de diseño estratégico, adopta un enfoque similar. Durante el proceso de incorporación, los nuevos colaboradores son informados sobre la presencia de mascotas, lo que permite anticipar y resolver posibles inconvenientes. “Hemos tenido una experiencia muy positiva con esta política”, señala su director general, Mario Sánchez.
No obstante, no todos se sienten cómodos con esta convivencia. Mario López, creativo en el ámbito publicitario, admite tener miedo a los perros, aunque sus colegas han sido comprensivos. A pesar de los esfuerzos por adaptarse, confiesa que a veces se siente culpable por tener que pedir que se alejen las mascotas.
También están quienes, pese a gustarles los animales, consideran que su presencia puede dificultar la concentración. Es el caso de Ainhoa Salvador, administrativa que prefiere un entorno más tranquilo: “Es complicado enfocarse cuando hay perros jugando cerca. Aunque el ambiente es más relajado, los ladridos y los lloriqueos interrumpen el trabajo”.
¿Y qué pasa con el bienestar del perro?
Antes de llevar un perro a la oficina, los expertos recomiendan hacerse tres preguntas clave: ¿el animal se sentirá cómodo allí?, ¿podremos atenderlo si se estresa?, ¿estará mejor que en casa? Si alguna respuesta es negativa, es mejor reconsiderar la idea, advierte Víctor Padilla, coautor del libro Educación canina para toda la familia.
Según Padilla, hay perros que disfrutan este tipo de salidas, sobre todo si son sociables o sufren al quedarse solos. Sin embargo, otros pueden pasar un mal rato. “Algunos no toleran bien los espacios nuevos o tienen miedo a las personas, y eso los sobreestimula”, afirma. En estos casos, el hecho de que el dueño esté ocupado y no pueda atenderlos debidamente puede agravar la situación.
En definitiva, llevar a los perros al trabajo puede ser una experiencia enriquecedora tanto para humanos como para animales, siempre y cuando se respeten las necesidades de todos los implicados. Las políticas pet-friendly, bien ejecutadas, tienen el potencial de mejorar el clima laboral, pero deben aplicarse con sensibilidad y responsabilidad.