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Gritos que significan más: los chimpancés revelan claves sobre el origen del lenguaje humano

Redacción 4 paticas 0 294

En lo profundo de los bosques africanos, donde la humedad envuelve cada hoja y los árboles parecen susurrar secretos antiguos, un grupo de científicos ha desvelado uno de los aspectos más fascinantes de la vida animal: los chimpancés se comunican con una complejidad que recuerda a las primeras formas del lenguaje humano.

Un estudio internacional, liderado por el neurocientífico Cédric Girard-Buttoz, ha documentado más de 4.000 vocalizaciones de chimpancés salvajes en Costa de Marfil. El análisis reveló que estos primates no emiten sonidos al azar. Por el contrario, combinan jadeos, gruñidos y gritos en secuencias específicas con significados concretos, como advertir de una amenaza, solicitar comida o buscar refugio.

El lenguaje primitivo detrás de los sonidos
Estos conjuntos de sonidos, conocidos como bigramas, funcionan como bloques comunicativos, comparables a cómo los humanos dicen “calor sofocante” o “lluvia intensa”. Según el estudio publicado en Science Advances, los chimpancés utilizan al menos 16 combinaciones vocales diferentes, que estructuran su día a día en la selva. “Lo que encontramos son patrones de vocalización que no son aleatorios. Es una forma de comunicación organizada”, afirma Girard-Buttoz.

Este hallazgo sugiere que la raíz del lenguaje humano no surgió de la nada, sino que probablemente evolucionó a partir de sistemas de comunicación previos ya presentes en nuestros ancestros primates. Aunque los chimpancés no tienen el aparato fonador para articular palabras como los humanos, su capacidad para combinar sonidos de manera funcional los sitúa en un punto intermedio entre la comunicación animal y el lenguaje humano.

Comunicación más allá de la voz
La comunicación entre chimpancés no se limita a sus vocalizaciones. Otro estudio reciente publicado en Current Biology evidenció que estos primates también utilizan percusión rítmica como forma de expresión. Durante 24 años de observación, investigadores documentaron más de 370 episodios en los que chimpancés golpeaban raíces de árboles, piedras o ramas con un ritmo constante.

“Algunos de estos patrones tienen una cadencia tan regular que se asemejan al famoso ritmo de ‘We Will Rock You’ de Queen”, explica Vesta Eleuteri, de la Universidad de Viena, quien lideró la investigación. Esta percusión no es simple ruido. Es un sistema de señales que puede viajar largas distancias en la selva, permitiendo a los chimpancés advertir de su presencia, coordinar actividades o marcar territorio.

Una diversidad que también es cultural
Lara Carrasco, primatóloga de la Universidad de Barcelona, destaca que las vocalizaciones básicas de los chimpancés son consistentes desde Senegal hasta Tanzania, pero que las combinaciones sí pueden variar ligeramente entre poblaciones. Esto apunta a la existencia de diferencias culturales entre grupos, un fenómeno que refuerza la idea de que estos animales no solo tienen comunicación compleja, sino también una transmisión social del conocimiento.

El primatólogo Miquel Llorente, por su parte, opina que estos estudios reabren una línea de investigación que durante años permaneció relegada. “Tal vez sea momento de volver a mirar cómo los chimpancés se comunican, no solo como animales, sino como nuestros parientes más cercanos. Entenderlos es entendernos”, señala.

Conservación y legado
Pero esta ventana al pasado evolutivo de los humanos podría cerrarse si no se toman medidas urgentes. Los chimpancés están en peligro crítico de extinción debido a la deforestación, la caza ilegal, el comercio de mascotas y enfermedades transmitidas por humanos. Se calcula que solo quedan entre 170.000 y 300.000 ejemplares en estado salvaje.

La bióloga Vesta Eleuteri subraya que proteger a estos primates no implica únicamente preservar la especie, sino también su riqueza cultural. “Cada comunidad chimpancé tiene su propio repertorio de sonidos, gestos y comportamientos. Al perderlos, no solo desaparecen ellos, sino también una parte de nuestra historia evolutiva”, concluye.

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