En Bogotá, una práctica cada vez más común ha comenzado a generar preocupación entre ciudadanos y defensores de los derechos animales: el uso de perros y gatos en situación de abandono o con graves problemas de salud para pedir dinero dentro del sistema de transporte público TransMilenio.
Aunque esta situación ocurre desde hace tiempo, en las últimas semanas se han vuelto más visibles los casos en los que personas llevan animales en condiciones precarias —algunos desnutridos, heridos o visiblemente afectados emocionalmente— con el objetivo de generar lástima y recibir algún tipo de ayuda económica por parte de los pasajeros.
Uno de los casos más recientes ocurrió en la troncal de la Calle 80, donde un hombre fue visto acompañado de un perro y un gato que, según testigos, presentaban signos de maltrato y abandono. Estos animales no solo enfrentan un alto nivel de estrés en ambientes ruidosos y caóticos como el de TransMilenio, sino que además se les obliga a permanecer largos periodos sin comida ni atención veterinaria adecuada.
Organizaciones animalistas y fundaciones dedicadas al bienestar animal han denunciado este tipo de actos, considerándolos una forma de explotación. Aseguran que estas prácticas no son una forma de cuidado ni compañía, sino una estrategia para apelar a la sensibilidad de las personas y obtener dinero, sin tener en cuenta el sufrimiento de los animales.
Además, expertos advierten que este tipo de situaciones evidencian una falta de control por parte de las autoridades locales y una urgente necesidad de aplicar y reforzar las leyes que protegen a los animales en Colombia. Recientemente, el gobierno sancionó las leyes Ángel y Lorenzo, que endurecen las penas por maltrato animal y buscan evitar situaciones como estas, donde los animales son instrumentalizados y sometidos a condiciones indignas.
Ante este panorama, los colectivos defensores de animales están haciendo un llamado a la ciudadanía para que no apoyen estas prácticas y, en su lugar, denuncien los casos que vean dentro del sistema de transporte o en las calles. El objetivo es que, con la intervención de las autoridades competentes, se logre rescatar a los animales, brindarles atención y, sobre todo, evitar que continúen siendo utilizados como herramientas para la mendicidad.